¿Qué hacer cuando un anciano no quiere ayuda?

¿Qué hacer cuando un anciano no quiere ayuda?

La pérdida de agilidad, los cambios físicos, mentales, emocionales y algunas enfermedades degenerativas asociadas a la edad, pueden provocar que, llegado el momento, nuestros mayores tengan limitaciones para realizar actividades cotidianas.

En algunos de estos casos, el anciano no quiere ayuda y puede generar conflictos con su entorno, sobre todo con su familia y sus cuidadores. 

De hecho, admitir que no pueden hacer las mismas cosas que antes es un problema bastante común en las personas de edad avanzada, quienes se muestran más irritables, ariscos y agresivos, se sienten inútiles e incluso acaban alejándose de sus seres queridos.

Pero, ¿por qué les cuesta tanto asumir que necesitan ayuda?

Muchas personas mayores no se dejan cuidar

Básicamente, se trata de un problema de aceptación ya que asumir esta situación implica afrontar cambios que no tienen retorno y que, poco a poco, suponen una pérdida de autonomía y vitalidad.

Muchas veces, la negativa a recibir ayuda se asocia a ciertas enfermedades y deterioros cognitivos.

Mientras que en otras ocasiones, la resistencia tiene que ver con el miedo, el orgullo o la terquedad. 

Independientemente de los motivos, hablamos de una situación delicada en la que cuidadores y familiares debemos mostrarnos afectuosos, comunicativos, empáticos y comprensivos para mejorar la autoestima del anciano.

¿Cómo ayudar a los mayores que no aceptan sus limitaciones?

Los cuidados son claves para un envejecimiento saludable.

Cada persona es diferente y cada caso debe valorarse de manera individual porque es la única forma de saber qué hacer con un anciano que ya no puede vivir solo.

El primer paso es entender qué tipo de ayudas necesita esa persona, teniendo en cuenta: 

  • Su grado de autonomía.
  • Si sufre alguna enfermedad o patología que influye en sus actividades diarias.
  • Si sufre alguna enfermedad que influye en sus capacidades cognitivas. 

Respecto al tipo de ayuda, depende de varios factores. 

Muchos mayores prefieren recibir ayuda en su propia casa porque así se mantienen en un entorno conocido y no pierden la sensación de control e independencia.

En este caso, se puede optar por la asistencia en el domicilio con trabajadores internos o externos.

Que el anciano se implique en la elección de su cuidador/cuidadora será muy importante. 

En muchas otras ocasiones,  los cuidados de larga duración serán asumidos por las propias familias.

La comunicación entre todas las partes es fundamental

El diálogo para convencer a un anciano de que necesita ayuda puede ser complicado, sobre todo si se muestra reticente desde el principio.

Como familiares, debemos adoptar una posición de escucha activa para conocer sus sentimientos y que no se sienta impotente, enfadado, triste o abandonado. 

El anciano debe expresarse y tener cierta libertad para decidir dónde y cómo quiere envejecer, aunque esto finalmente dependa de su estado de salud. 

Desde la perspectiva del cuidador, debemos manifestar claramente que la prioridad es él, pero también exponerle los beneficios de recibir ayuda, entre ellos: 

  • Su propia seguridad.  Un cuidador o cuidadora de personas mayores vela por su seguridad y está a su lado en caso de emergencia.
  • Mantener cierta autonomía. Los cuidadores ayudan a las personas mayores, pero eso no implica perder ni su espacio ni su autonomía. 
  • Tener compañía. La soledad tiene consecuencias graves en la salud mental y los cuidadores pueden ser importantes para que los ancianos puedan hablar en un entorno seguro y de confianza. También pueden ser un apoyo en sus visitas médicas y al hacer sus recados. 
  • Mejorar su calidad de vida. Con un cuidador, el anciano se mantiene activo dentro de sus capacidades, despreocupándose de tareas cotidianas y centrándose en su bienestar. 

¿Y qué ocurre con las personas que han perdido su capacidad comunicativa?

En este caso, es más difícil detectar que el anciano no quiere ayuda.

La recomendación es introducir los cuidados de manera suave y afectuosa, intentando que sea consciente de los beneficios que le reporta este tipo de asistencia.

¿Qué hacer cuando una persona mayor no quiere hacer nada? 

Tips para manejar el rechazo a los cuidados 

 

  1. Mantén la calma. Ante el rechazo inicial debes mantener la calma y no transmitir una preocupación o una angustia excesiva que empeore la situación.
  2. Escucha. Los mayores son personas adultas y su opinión es importante. Hablar con ellos es la mejor manera de conocer el motivo por el que no se dejan ayudar.
  3. Evita imponer tu criterio. No fuerces a que un familiar reciba ayuda, puede ser contraproducente y afectar negativamente a vuestra relación. La clave es que entienda que recibir ayuda es bueno para él.  También puedes ponerle ejemplos de personas cercanas que hayan tenido una buena experiencia.  
  4. Busca asesoramiento. Muchas veces las personas mayores se niegan a recibir ayuda porque piensan que supone un coste de dinero demasiado elevado. Lo mejor es exponer la situación sin mentir y sin ocultar información. 
  5. Recurre a profesionales. Los geriatras, psicólogos y otros especialistas saben manejar este tipo de situaciones y pueden mediar entre las partes para conseguir un entendimiento.

Para facilitar la labor a los cuidadores de personas mayores que no aceptan este tipo de apoyo, aconsejamos: 

  • Introducir su presencia de forma gradual. Se puede empezar con pocas horas al día, e ir aumentando.
  • Respetar sus tiempos al realizar sus actividades.
  • Hablar abiertamente con los familiares sobre los cuidados que el anciano necesita. Esto es fundamental para evitar el síndrome del cuidador.
  • Respetar al máximo, y en la medida de lo posible, la intimidad y el espacio personal del anciano. 
  • Transmitir un lenguaje corporal no amenazante (movernos con lentitud, pedirle permiso para ayudarle, mostrar un comportamiento tranquilo, etc.).  

Valorar la situación y mejorar la comunicación son claves para mejorar la asistencia y la calidad de un anciano que no quiere ayuda.

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