Prevenir la depresión en las personas mayores forma parte de las rutinas de los cuidadores.
De alguna forma, somos nosotros quienes, habitualmente, damos soporte emocional y podemos detectar los primeros signos de este problema, a menudo infravalorado e infratratado porque su estigmatización social hace que muchos mayores se muestren reacios a pedir ayuda.
El 13 de enero es el Día mundial de la lucha contra la depresión, una fecha que debe ponernos alerta sobre las causas, sintomatología y prevención de la depresión en las personas mayores.
Depresión en personas mayores: factores de riesgo
La depresión impacta a todas las edades (se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo), pero es más común en la adolescencia y la edad adulta: según la OMS, un 14% de los mayores 60 años tienen trastornos mentales, y este tipo de afecciones representan el 10,6% de la discapacidad total en este sector de la población.
Además de las cuestiones biológicas o genéticas, algunas causas de depresión asociada a la edad son la soledad, el aislamiento social y otros aspectos del envejecimiento (duelo, mayor vulnerabilidad y exposición a la adversidad, dependencia, etc.) que causan estrés psicológico.
Los mayores también tienen más riesgo de depresión y ansiedad por la convivencia con enfermedades crónicas (cardiopatías, cáncer, demencia, ictus, etc.) o la falta de acceso a apoyo y servicios de calidad.
¿Cómo empieza la depresión? Estos signos pueden alertar a los cuidadores
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que hace que algunos sentimientos negativos como la tristeza, la pérdida o la frustración interfieran en la vida diaria de una persona.
Con la edad, este estado puede ser difícil de reconocer porque su sintomatología es diferente.
De hecho, según el National Insitute on Aging (NIA) estadounidense, la tristeza no siempre es el principal síntoma de depresión en personas mayores, siendo más habituales la sensación de aturdimiento, el desinterés o la falta de motivación.
Algunas de las situaciones en las que existe más riesgo de depresión son:
- Abandono del domicilio familiar de los hijos.
- Muerte de la pareja, familiares o amigos cercanos.
- Cambio de domicilio (por ejemplo, a una residencia de personas mayores).
- Pérdida de independencia para realizar actividades cotidianas, como conducir.
- Detección de alguna enfermedad o aparición de algún dolor crónico.
Respecto a los comportamientos que pueden indicar el inicio de una depresión en la persona que cuidamos, podemos enumerar:
- Sentimiento de vacío constante.
- Irritación o ansiedad frecuente.
- Actitud pesimista.
- Pérdida de interés por cosas que antes se disfrutaban.
- Sentimiento de culpabilidad e impotencia recurrente.
- Autoestima baja.
- Problemas de sueño (tanto insomnio como dormir mucho).
- Dificultades de concentración en el día a día.
- Falta de energía.
- Ausencia de interés para hablar, relacionarse con otras personas o salir de casa.
- Aislamiento.
- Cambios de peso y pérdida de apetito.
- Molestias físicas, como calambres o trastornos digestivos.
- Pensamientos suicidas o sobre la muerte.
Ante estos síntomas, se debe consultar con el médico para que realice un diagnóstico preciso.
¿Se puede prevenir la depresión en personas mayores?
Adoptar hábitos saludables no solo mejora la calidad de vida: también ayuda a prevenir o mitigar los efectos de la tristeza, la ansiedad o la depresión en los mayores.
Aquí tienes algunos consejos:
Evitar la soledad
La sensación de soledad es una de las causas más comunes de depresión. Por eso, los cuidadores y familiares de personas mayores debemos intentar que no pasen mucho tiempo solas. Visitarles a diario o animarles a hacer actividades lúdicas que les mantengan sociables y activos es importante.
Hacer ejercicio físico de manera regular
El ejercicio se considera un catalizador del estado de ánimo, ya que genera hormonas que nos hacen sentir más felices y aumentan nuestra autoestima. El ejercicio debe estar adaptado a las capacidades de cada persona para evitar lesiones.
Mantener la mente activa
Realizar actividades enfocadas a entrenar la lógica y la memoria (puzzles, juegos de cartas, crucigramas, etc.) activa la mente mientras se disfruta de momentos de ocio y bienestar.
Llevar una dieta equilibrada
La alimentación juega un papel fundamental en la salud mental: el cerebro también necesita recibir nutrientes de calidad para funcionar bien. Una dieta rica en vitaminas, antioxidantes y ácidos grasos, que mejore la microbiota intestinal, ayuda a sentirse mejor física y mentalmente.
Establecer rutinas
Hacer ejercicio en compañía, salir a pasear, ir al cine o al teatro, quedar para comer fuera de casa, asistir a cursos o talleres, ... Las rutinas aportan orden y mantienen la mente ocupada, algo positivo para prevenir la depresión en personas mayores.
Abordar los cambios con tiempo
Saber qué va a pasar ayuda a las personas dependientes a sentirse más seguros y reduce sus niveles de ansiedad. Por eso, ante posibles situaciones que vayan a romper su rutina (cambios de habitación, visitas con médicos o familiares, etc.) conviene avisarles con antelación.
Cuidar nuestra salud mental es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos cuidadoras y cuidadores. En nuestro blog encontrarás consejos que pueden ayudarte en tu día a día.