Cómo cuidar la piel en verano es una de las principales preocupaciones de los cuidadores de personas mayores, quienes debemos prestar especial atención a este aspecto para proteger la piel madura de los efectos nocivos del sol.
De hecho, la piel puede resentirse cuando la salud no es buena y, en verano, se vuelve más seca y áspera, aumentando el riesgo de picores, heridas e infecciones.
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La piel de las personas mayores es más delicada debido a consecuencias naturales del envejecimiento, como la pérdida de células productoras de queratina en la epidermis (capa superficial de la piel), el adelgazamiento de la dermis (capa intermedia) o la disminución de lípidos en la hipodermis (capa más profunda).
Estos cambios provocan que, de la tercera edad, la piel tenga "menos protección natural" y sea más vulnerable a la radiación solar y a la contaminación ambiental.
Los efectos de esta falta de protección pueden ser estéticos (arrugas, verrugas, flacidez, manchas hépaticas y léntigos, lunares, pérdida de pigmentación o vasos sanguíneos más visibles), o funcionales (dificultad de cicatrización, propensión a la aparición de heridas y hematomas, etc.).
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Para entender cómo cuidar la piel de los mayores en verano, debemos saber qué daños provoca la exposición solar en este grupo de población y tomar las medidas preventivas adecuadas.
En líneas generales, los riesgos de las personas mayores frente a la exposición solar son:
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Menor protección a los rayos UV y UVA.
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Mayor propensión a sufrir daño celular y cáncer de piel.
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Aumento de quemaduras solares y otros daños cutáneos incluso en periodos de exposición cortos.
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Problemas de cicatrización en quemaduras y lesiones.
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Aparición de complicaciones como infecciones o úlceras.
Otras causas del picor de piel tras una ducha
Para mantener la piel saludable en verano, los adultos mayores y sus cuidadores debemos extremar los cuidados y tomar algunas medidas preventivas, entre ellas:
Reacción alérgica a productos de baño
Durante el verano pasamos más tiempo fuera de casa, salimos a pasear, a la playa o a la piscina y estamos más tiempo expuestos a la radiación solar.
En las personas mayores, la recomendación es aplicar regularmente (cada 2-3 horas) protectores solares de alto espectro o con SPF alto, preferiblemente SPF 50, sobre todo en la cara, el cuello, las manos o los brazos.
Agua demasiado caliente o exceso de tiempo en la ducha
La piel de los mayores se reseca antes y conviene hidratarla con cremas ricas en ácido hialurónico, glicerina o ceramida.
Cuidar la alimentación, aumentar la ingesta de líquidos o ducharse con mayor asiduidad también permitirán que la piel de los ancianos esté más hidratada y sana.
Exceso de fricción al asearse o secar la piel
A la hora de duchar a una persona mayor o dependiente, debes evitar el uso de exfoliantes o esponjas ásperas que puedan dañar la barrera protectora de la piel.
Una buena idea es emplear una esponja natural, que no irrite la piel, o esponjas jabonosas.
Secarse vigorosamente también puede causar picor después de la ducha, por eso, como expertos en cuidados, recomendamos dar pequeños toques para absorber el exceso de agua.
Reacción alérgica a detergentes o suavizantes de la ropa
Los productos de limpieza como detergentes o suavizantes pueden contener ingredientes irritantes y provocar reacciones alérgicas en pieles especialmente sensibles, como las de los ancianos.
Revisa el tipo de productos que empleas y, ante la duda, busca alternativas naturales.
Falta de hidratación
La piel, especialmente la piel de los mayores, necesita hidratación para mantenerse saludable y protegida.
De hecho, la falta de hidratación es causa común de los picores en el cuerpo después de la ducha.
Recuerda que es muy importante hidratar desde fuera y desde dentro: en el primer caso, con cremas hidratantes nutritivas específicas o ricas en ingredientes como glicerina, ácido hialurónico o manteca de karité; en el segundo, controlando la ingesta de agua y bebidas.
Cuidados de la piel en mayores para evitar el prurito
El cuidado de la piel de las personas mayores en verano requiere prestar especial atención a la higiene en zonas más propensas a sufrir daños dolorosos, como pies (propensos a las infecciones fúngicas), pliegues y arrugas, que pueden irritarse debido al calor.
Además del uso de cremas hidratantes tras la ducha o en cada cambio de absorbente, es recomendable que los mayores se laven la cara de manera frecuente para refrescarse y rebajar su temperatura corporal.
Pueden hacerlo desde el cuello hasta la altura del cabello, eliminando restos de sudor y utilizando un limpiador facial suave y sin alcoholes una o dos veces al día.
En verano también se aconseja emplear productos de cuidado corporal (jabón, gel, crema hidratante, etc.) suaves, sin fragancia, que no irriten ni sequen la piel y sin exfoliantes abrasivos que puedan dañar la barrera cutánea o empeorar la sequedad.
Los cuidadores desempeñamos un papel crucial en la protección y el cuidado de la piel de los adultos mayores durante el verano.
Además de aplicar protector solar, vigilar la hidratación o elegir la ropa de la persona a nuestro cargo, también conviene que tomemos precauciones a la hora de:
- Planificar actividades.
- Revisar los medicamentos que pueden aumentar la sensibilidad al sol.
- Organizar los menús semanales.
- Revisar piel para detectar signos de daño (manchas inusuales, heridas, irritación, enrojecimiento, etc.).
- Acudir a las revisiones con el dermatólogo para prevenir enfermedades de la piel.
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