Demencia, cuidados y verano: claves para cuidar cuando hace calor

Los cuidados para personas mayores con demencia presentan muchos desafíos, y uno de ellos es la necesidad de adaptar esta atención durante el verano.

En posts anteriores ya hablamos de cómo tratar a una persona con demencia senil y de cómo abordar la incontinencia en personas con demencia. En este post, desde Club de Cuidadores nos acercamos a las necesidades específicas que pueden surgir en los cuidados de personas con demencia durante el verano. ¡No pierdas detalle!

Una primera cuestión sobre demencia y cuidados en el verano es cuál es la relación entre la demencia y el calor. 

Por un lado, es importante saber que las personas con demencia pueden sentir alteraciones en su percepción sobre la temperatura debido a la atrofia en las áreas del cerebro vinculadas a cómo sentimos la temperatura (Bunk et al., 2021) 

Esto implica que las personas con demencia pueden tener dificultades para reconocer las señales de malestar vinculadas a un sobrecalentamiento. A medida que avanza, la demencia provoca que las personas con demencia no puedan detectar este problema, algo que se agrava si también existen problemas comunicativos. Una situación que puede derivar en consecuencias graves si los cuidadores no logran poner remedio a tiempo.

Igualmente, el calor excesivo puede traer otras complicaciones, como las dificultades para conciliar el sueño. Una combinación de factores que, tal y como expuso en 2024 un informe de la Universidad de Bristol, puede acelerar el desarrollo de la demencia.

En este contexto, el papel de los cuidadores de personas con demencia es esencial durante el verano, ayudando a prevenir algunos de los escenarios más peligrosos.

• Tratar de conservar temperaturas frescas en interiores para lograr el confort de la persona con demencia y evitar problemas de sobrecalentamiento. Todo ello evitando cambios bruscos o constantes en temperaturas, que pueden causar desorientación.
• Promueve una hidratación continuada, incluso si la persona no pide agua u otros líquidos.
• En exteriores, evita la exposición solar y busca lugares protegidos y a la sombra.
• Elige ropa transpirable y ligera.
• Ten en cuenta las señales de que alguien presenta una temperatura corporal alta (sudor excesivo, agitación, enrojecimiento…) para detectar posibles riesgos a tiempo.

Es importante que toda la red de personas que se ocupa de los cuidados de una persona con demencia tenga acceso a esta información, y a todas las demás pautas para su cuidado que aplican el resto del año.

A su vez, en verano a menudo tienen lugar cambios: desplazamientos a entornos diferentes (el pueblo, la playa…), convivencia más extensa o con personas distintas a las que está acostumbrada la persona con demencia.

En la medida de lo posible y al igual que el resto del año, es recomendable hacer un esfuerzo por mantener rutinas y horarios (para el descanso, para las comidas, para las actividades), y planificar bien los cambios de entorno o compañía para que resulten lo menos abruptos posible. El objetivo de esto es reducir la ansiedad o confusión que los cambios en la rutina a menudo originan en las personas con demencia. 

Es por tanto también un momento para practicar una comunicación efectiva, en la que las necesidades de todos sean escuchadas y respetadas.

Todo ello sin olvidarse de atender a las necesidades del propio cuidador ya que solo es posible ofrecer los mejores cuidados cuando uno/a mismo/a se cuida. Una realidad de la que el síndrome del cuidador quemado es uno de los ejemplos más claros.

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